Manel Peiró
2015 va a ser un año complicado en España, entre otras cuestiones por una notable profusión de elecciones: Andalucía, municipales, Cataluña, generales… Como bien saben los veteranos servidores públicos, en época de elecciones el mensaje tradicional que se recibe es diáfano: «Quietos. No hagáis nada». Ninguna decisión, ningún cambio. Nada que pueda enturbiar la campaña, facilitar munición a los rivales políticos. Me pregunto si este año se va a repetir esta cantinela.
El Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona organizó recientemente una jornada sobre tendencias de futuro en el sector salud, como punto de partida de su nuevo plan estratégico y colofón al periodo estratégico anterior iniciado diez años atrás durante los cuales el hospital ha desarrollado e implantado sucesivamente dos planes estratégicos. La transformación de la institución durante este periodo ha sido espectacular, tanto debido al acierto de las decisiones tomadas como, conviene subrayarlo, a la fuerte implicación de los profesionales del centro con la institución y con el proceso estratégico, y a la continuidad y estabilidad del órgano de gobierno y del equipo directivo del hospital.
Hace 25 años, cuando Siete Días Médicos inició su andadura, el Sistema Nacional de Salud (SNS) se había creado apenas tres años antes, mediante la aprobación de la Ley General de Sanidad (LGS), de larga reivindicación democrática. Suponía esta LGS la universalización de la asistencia sanitaria, entendida como la cobertura sanitaria para toda la población con financiación pública, aunque no resolvió el enrevesado entramado legal que supuso superponer el SNS al anterior sistema de Seguridad Social, como nueva forma de organizar la protección de la salud.1 Excepto en las cuatro Comunidades que tenían transferidas las competencias sanitarias: Cataluña, Andalucía, País Vasco y Comunidad Valenciana, el INSALUD era la gran entidad gestora de la asistencia sanitaria y mantuvo esta hegemonía hasta que en 2001 se completaron las transferencias sanitarias al resto de Comunidades.
El descalabro económico que vivimos hace tiempo en prácticamente todos los sectores ha producido un descenso en la recaudación de las arcas públicas y las medidas de contención y de recorte de los gastos públicos han servido principalmente para pagar los intereses de la deuda pública, que sigue creciendo imparable.