Su pediatra de cabecera le había diagnosticado, mediante un tránsito gastroduodenal baritado, una úlcera del bulbo duodenal. A la inspección el paciente estaba caquéctico. Presentaba palidez de la esclerótica, sequedad de piel y mucosas, y turgencia cutánea normal. La frecuencia cardiaca era de 104 latidos rítmicos sin soplos ni roce pericárdico. La auscultación pulmonar también era normal. El abdomen blando, con algo de dolorimiento periumbilical, pero no había defensa ni Blumberg (signo positivo de rebote). Los ruidos intestinales eran normales. El adjunto admitió el diagnóstico de úlcera péptica pero solicitó también una analítica general de sangre y de orina. Los resultados de los análisis mostraron una glucosa de 435 mg con abundantes cuerpos cetónicos en orina. El diagnóstico era, evidentemente, diabetes mellitus con cetoacidosis.
Comentarios del remitente: El error consistió en realizar la historia clínica y la exploración física partiendo de la base de que el diagnóstico ya había sido realizado. En principio se pensó que la serie radiográfica gastrointestinal había sido realizada en un hospital e interpretada por un especialista; más tarde se comprobó que esto no era cierto. Se debe insistir de nuevo en que la cetoacidosis diabética puede manifestarse con molestias epigástricas, dolor tipo pericarditis y dolor pleurítico.
Extraído de: Algunos errores médicos propios y ajenos para aprender y meditar. Recopilador: M. Blasco Valle. Editado por GOPAr Grupo de Osteoporosis Aragón. Zaragoza