Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son fármacos ampliamente prescritos para el tratamiento sintomático de la artrosis. A pesar de que tienen un efecto moderado en la disminución del dolor, se han apreciado efectos adversos renales, digestivos y cardiovasculares. Los pacientes con artrosis suelen ser mayores, polimedicados y con comorbilidad asociada, por lo que su prescripción no debería realizarse en pacientes de más de 75 años, y administrarlos durante el menor tiempo y a la menor dosis eficaz posible. Si a esto añadimos que la enfermedad artrósica es crónica (y el tratamiento farmacológico debería ser de larga duración), y que en algunos países la dispensación de estos fármacos en la farmacia es libre, tenemos un problema sobreañadido.
Todos los AINE tienen el potencial de inducir efectos adversos a través de sus acciones en las enzimas ciclooxigenasa: COX-1, relacionada con úlceras gastrointestinales y sangrado, y COX-2, relacionada con hipertensión y lesión renal. Ambas enzimas guardan relación con eventos cardiovasculares, infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares (especialmente la COX-2).
Los autores realizan una revisión de la literatura, identificando datos sobre la seguridad de los AINE tradicionales (naproxeno, ibuprofeno y diclofenaco) publicados desde la última revisión Cochrane de 2011, para comprobar el riesgo que podrían tener, y compararlos con los inhibidores de la COX-2 (celecoxib y rofecoxib).
Los autores han comprobado que todos los AINE presentan riesgos digestivos. Aunque el perfil de los COX-2 es menos lesivo a nivel gastrointestinal que los COX-1, este riesgo se equipara en ambos grupos de AINE al asociar un inhibidor de la bomba de protones a los COX-1.
A nivel cardiovascular, aumenta el riesgo de infarto agudo de miocardio en todos los AINE, incluso en la primera semana de tratamiento. Igualmente, comentan los autores la asociación entre ictus y todos los AINE, especialmente diclofenaco y meloxicam, fundamentalmente ligados a la hipertensión que ocasionan. Los autores comprobaron además que el uso de AINE se asoció con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca, con un índice de riesgo combinado de 1,17 (intervalo de confianza del 95%: 1,01-1,36), probablemente como resultado de la retención de sodio y agua a través de la inhibición de la síntesis de prostaglandinas impulsada por los COX. Respecto a la mortalidad de origen cardiovascular, relativamente aumentada, no hubo diferencias de riesgo entre celecoxib, naproxeno o ibuprofeno, por lo que aumentó en los 3 fármacos citados.
Los autores comentan que hubo una elevación estadísticamente significativa de insuficiencia renal aguda entre la mayoría de AINE, constatada durante el primer mes de tratamiento, especialmente apreciable en pacientes diabéticos, hipertensos o con insuficiencia cardiaca.
Finalmente, los autores refieren que en los pacientes de edad avanzada con artrosis y que toman analgésicos, los AINE están asociados con un menor riesgo de caídas y de fracturas que en los pacientes que usan fármacos opioides.
Concluyen los autores que hay que valorar al paciente de forma individual, y adaptar el tratamiento a la edad y a la comorbilidad que puedan presentar.