Sesgo de aversión a las pérdidas durante la toma de decisiones

  • La teoría prospectiva de Kahneman y Tversky se ha convertido en el modelo principal para el estudio de la toma de decisiones.
  • El sesgo de aversión a las pérdidas (mayor sensibilidad a las pérdidas que a las ganancias), se ha puesto de manifiesto desde el punto de vista conductual.

La psicología económica es la vertiente psicológica encargada del estudio del comportamiento y la toma de decisiones en contextos económicos. Junto con su homóloga entre las ciencias económicas, la economía conductual, surgen de la necesidad de enriquecer el modelo económico estándar que, aún hoy, asume y guía la economía pese a sus limitaciones.

El modelo normativo de comportamiento de la economía clásica es el homo economicus, una abstracción que asume que los agentes económicos son racionales, egoístas, tienen bien definidas sus preferencias, creencias y expectativas y, por ende, son capaces de tomar decisiones óptimas. Este modelo podría ser de utilidad si se toma exclusivamente como normativo; sin embargo, el problema surge cuando se confunde e implementa también como descriptivo, asumiendo la idealización de que las personas somos esa suerte de decisor perfecto y, además, tomándose como base para justificar el buen funcionamiento del mercado y la economía en general. Esto ha conducido a múltiples problemas a lo largo de la historia en forma de crisis económicas o burbujas financieras que cuestionan las bases de la economía convencional.

Ante las carencias del homo economicus, y coincidiendo con el desarrollo de las ciencias cognitivas, aparece la psicología económica, que aporta alternativas útiles en la explicación del comportamiento económico. De ellas, el enfoque que más impacto ha alcanzado en la actualidad es el de la racionalidad limitada de Kahneman y Tversky, quienes con su teoría prospectiva sentaron las bases de un modelo puramente descriptivo de toma de decisiones en condiciones de incertidumbre, que pasaría a ser el centro de los estudios empíricos y se convertiría en el más exitoso.

Por ello, los autores decidieron enfocar su trabajo sobre esta teoría, y más concretamente sobre uno de sus pilares: el sesgo de aversión a las pérdidas.

La aversión a las pérdidas hace referencia a una mayor sensibilidad ante las potenciales pérdidas (2­2,5 veces más) respecto a las potenciales ganancias de igual magnitud; es decir, ante una apuesta, sería necesaria una posible ganancia de, al menos, 100 euros frente a una posible pérdida de 50 euros para asumir el riesgo y no rechazarla. Asimismo, no será proporcional el placer experimentado al ganar 50 euros frente al displacer que producirá su pérdida, asociado a una mayor respuesta autónoma.

Para ello, llevaron a cabo una revisión sistemática de la literatura científica publicada en materia de neuroeconomía y en relación con el sesgo de aversión a las pérdidas, enmarcado en la teoría prospectiva de Kahneman y Tversky.

La mayoría de datos que encontraron parecen señalar que en el sesgo de aversión a las pérdidas estarían implicadas estructuras como el estriado, diferentes regiones frontales, la amígdala o la ínsula. Una de las formas para medir la aversión a las pérdidas es la 50/50 mixed gamble task, llevada a cabo mientras se realizaba un escáner por resonancia magnética funcional, según la cual parece existir un circuito bidireccional que procesa tanto posibles ganancias como posibles pérdidas. Dentro de este circuito, se señala el papel central del estriado dorsal y ventral, así como de la corteza prefrontal ventromedial, que se activan ante posibles ganancias, y se desactivan –respecto al nivel basal– ante potenciales pérdidas. Además, esta bidireccionalidad no parece ser equitativa, pues la desactivación sería mayor ante las posibles pérdidas que la activación que se daría ante una posible ganancia proporcional; este fenómeno representaría, según los autores, la aversión neural a las pérdidas y mostraría diferencias individuales que se correlacionarían con la conducta de aversión a las pérdidas. Los autores valoran estos resultados en trabajos realizados por múltiples investigadores y en diferentes situaciones: personas sanas, personas con depresión y grupos de edad.

Concluyen que tras el esfuerzo realizado por integrar los resultados analizados en este trabajo, parece bastante plausible afirmar que el sesgo de aversión a las pérdidas durante la toma de decisiones se vería sustentado por una base neural reflejada consistentemente a lo largo de la bibliografía científica en favor de la teoría prospectiva. Si bien falta claridad en cuanto a su funcionamiento e interacción, y surgen dudas acerca de si es un patrón estable o una respuesta dependiente de estímulos, parece evidente la implicación de estructuras como el estriado, las regiones frontales, la amígdala y la ínsula, como mediadoras en la aparición del sesgo.

Molins F, Serrano MA. Bases neurales de la aversión a las pérdidas en contextos económicos: revisión sistemática según las directrices PRISMA. Rev Neurol. 2019; 68(2): 47-58. Disponible en: https://www.neurologia.com/articulo/2018276

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