Uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta la sociedad actual es el progresivo envejecimiento de la población, con el consiguiente incremento del gasto económico que supone el mantenimiento de su salud y bienestar. Asimismo, una mayor esperanza de vida y el rápido aumento de personas con edades superiores a 65 años conllevan una incidencia preocupante de trastornos neurodegenerativos, como las enfermedades de Alzheimer o Parkinson, que se acompañan de un deterioro de las funciones mentales. El conocimiento de cómo los hábitos adquiridos a lo largo de la vida pueden influir sobre los mecanismos cerebrales durante el envejecimiento puede abrir nuevas vías de intervención para mejorar la salud de las personas mayores y, en consecuencia, buscar nuevas fórmulas para prevenir el déficit cognitivo derivado del proceso normal de la vejez o la presencia de enfermedades neurodegenerativas. En este sentido, en los últimos años ha habido un incremento considerable de publicaciones sobre determinados hábitos saludables y sus posibles efectos beneficiosos sobre la salud y la longevidad. Los más estudiados en relación con el envejecimiento han sido los efectos de la práctica regular de ejercicio físico, la estimulación cognitiva y la restricción calórica.
La restricción calórica, definida como la reducción de la ingesta de calorías sin malnutrición y con un aporte normal de vitaminas, minerales y biomoléculas esenciales, es uno de los medios para incrementar la longevidad y mejorar la salud durante el envejecimiento que ha suscitado mayor interés en las últimas décadas. Los resultados experimentales parecen indicar que los beneficios de una dieta hipocalórica en la salud derivan de su capacidad para reducir la temperatura corporal y la tasa metabólica, el consumo de oxígeno y los niveles de glucosa en sangre, la modulación de la sensibilidad a la insulina, la reducción de las especies reactivas del oxígeno y el mantenimiento de las funciones del sistema inmunitario en condiciones óptimas. Por ello, si la restricción calórica es capaz de mejorar la salud y prolongar la vida, es de esperar que tenga efectos beneficiosos en los procesos mentales, como el aprendizaje y la memoria, que se ven mermados por el proceso normal o patológico del envejecimiento cerebral. Sin embargo, esta hipótesis, aunque parece muy plausible, ha sido poco investigada.
Los autores de esta revisión pretenden describir y analizar los avances científicos realizados en el estudio de los posibles efectos beneficiosos de la restricción calórica para frenar el envejecimiento cerebral y el declive cognitivo debido a la edad en roedores y en seres humanos.
Al igual que los otros órganos del cuerpo, el cerebro experimenta una serie de cambios estructurales y funcionales durante el proceso de envejecimiento. Los estudios de neuroimagen en personas ancianas han demostrado que el volumen cerebral disminuye de forma global, el grosor cortical se reduce y el sistema ventricular se expande. Estos cambios cerebrales se han relacionado con el deterioro cognitivo que acompaña a la vejez. Durante el envejecimiento, los procesos cognitivos se debilitan, aunque no todos por igual y a la misma velocidad. Por tanto, el estudio de los efectos de la intervención dietética en el funcionamiento cerebral y sus posibles acciones beneficiosas para enlentecer el declive cognitivo que acompaña al envejecimiento normal o patológico sigue siendo relevante para encontrar las claves de una vejez saludable y satisfactoria.
En general, la restricción calórica parece ser una intervención muy efectiva para enlentecer el progreso del envejecimiento y los trastornos neurodegenerativos asociados a la edad. Los resultados experimentales han mostrado que la restricción calórica reduce la expresión de genes relacionados con la respuesta inflamatoria e incrementa la expresión de neurotrofinas, como el factor neurotrófico derivado del cerebro, la autofagia y la neurogenia en el giro dentado del hipocampo. En humanos, la investigación de los efectos de la restricción calórica en los procesos cognitivos es muy escasa, y la mayoría de los trabajos han evaluado los efectos de las dietas con alto contenido calórico, o bien la ingesta de determinados componentes nutricionales. En general, la dieta alta en ciertas grasas se ha relacionado con un incremento del riesgo de padecer demencia en la edad adulta. Por el contrario, las dietas enriquecidas con sustancias antioxidantes, como los polifenoles, los flavonoides, las vitaminas o los ácidos grasos tipo omega-3, también parecen ser efectivas para mejorar la salud y enlentecer el progreso de las enfermedades neurodegenerativas durante el envejecimiento.
Los autores concluyen que la intervención dietética parece influir positivamente en la longevidad y la salud de los organismos. Especialmente, la restricción calórica se ha mostrado como un procedimiento muy eficaz para favorecer el envejecimiento saludable y enlentecer la aparición de las enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, los mecanismos por los cuales la reducción en la ingesta de calorías parece capaz de frenar el declive cognitivo siguen siendo poco conocidos.