Son decisiones que se toman entre múltiples disyuntivas, decisiones fundamentadas en sus conocimientos, su experiencia y su intuición. También cobran cada vez más importancia las diversas herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías. En definitiva, el profesional elige las opciones que cree mejor para cada paciente en base a una combinación de ciencia y arte, y en la mayoría de ocasiones, en circunstancias poco propicias.
El concepto de incertidumbre aparece en cualquier texto que consultemos sobre la toma de decisiones en medicina. No es extraño que un médico se pregunte si realmente ha acertado con el diagnóstico del cuadro que presenta un paciente, si debería pedir una prueba diagnóstica más, si ha escogido o no el tratamiento más adecuado, si es mejor no tratar o si es preferible remitir al paciente a otro especialista. Alcanzar un diagnóstico certero es deseable, porque de él dependen las decisiones posteriores, pero incluso pueden darse situaciones en que lo más importante sea más bien llegar a una certeza lo suficientemente alta para actuar y tomar la decisión correcta frente a un paciente y su contexto.
En atención primaria la falta de tiempo, la presión asistencial, la burocracia, el estrés, los problemas de la relación médico-paciente o las interrupciones en la consulta, entre otras muchas cosas, son factores que incrementan la incertidumbre y provocan que la toma de decisiones sea más difícil.
El reportaje que abre este número de 7DM trata de todo esto. De la toma de decisiones en atención primaria, de la incertidumbre, de cómo todo esto afecta a médicos, pacientes y la sociedad en general, y de cómo se puede afrontar. Para ello contamos con declaraciones de médicos de familia, como Lurdes Alonso y Sergio Giménez, buenos conocedores del tema.
Los profesionales sanitarios tienen muy presente que la medicina no es una ciencia exacta. Afortunadamente, los ciudadanos también son cada vez más conscientes de ello, a pesar de que nuestra sociedad ha evolucionado hacia una mayor exigencia. Asimismo, todas las partes asumen que la responsabilidad de la salud de las personas no recae solamente en el sistema sanitario y los profesionales, sino que los individuos deben ser responsables de su propia salud. Y en este sentido, también deben participar en el proceso de toma de decisiones junto a su médico.
Si entendemos que la incertidumbre es inherente a la toma de decisiones es fácil comprender que difícilmente tiene solución. Siempre estará ahí. Aceptar su existencia y trabajar con ella constituye todo un desafío, un desafío que el médico, con la formación y las herramientas apropiadas, podrá afrontar con más seguridad, pensando siempre en lo mejor para sus pacientes.