Parece ser que la aplicación de una hipotermia moderada sobre el cerebro, tras una parada cardiopulmonar, pudiera interrumpir algunas de las vías celulares y bioquímicas que originan el daño celular y disminuir así el daño originado por los radicales libres. Se ha constatado que la reducción de la temperatura corporal en 1 ºC disminuye un 6-7% el metabolismo cerebral. Por otra parte, la hipotermia disminuye la presión intracraneal debido a la vasoconstricción cerebral. A ello debe añadirse otros mecanismos neuroprotectores del frío como son su capacidad anticomicial, la preservación de la síntesis proteica y la modulación tanto de la respuesta inflamatoria como de la apoptosis neuronal. La hipotermia moderada aplicada tras la reanimación cardiopulmonar reduce la mortalidad y las secuelas neurológicas. A partir del planteamiento anterior, la organización SAMUR Protección Civil, junto a cinco hospitales de la Comunidad de Madrid, incorporó a finales de 2010 un procedimiento destinado a implantar dicha técnica en las unidades asistenciales móviles como tratamiento estándar postresucitación. El método utilizado para conseguir alcanzar esa situación de hipotermia consiste en la aplicación conjunta de un sistema de convección (manta térmica por la que circula el aire frío) y la perfusión intravenosa de suero fisiológico frío. La temperatura central del paciente se valora a través de un sensor de temperatura situado en una sonda vesical.
Los autores del presente artículo evaluaron el efecto que tiene la aplicación por un servicio de emergencias de una hipotermia moderada precoz en el medio extrahospitalario sobre la evolución neurológica de los pacientes recuperados de una parada cardiaca. Para ello realizaron un estudio comparativo caso-control incluyendo como casos los 40 primeros pacientes en parada cardiorrespiratoria que fueron reanimados y tratados con hipotermia en la propia ambulancia, continuada posteriormente en el medio hospitalario. En el grupo control, incluyeron los últimos 40 pacientes que, habiendo sufrido una parada cardiorespiratoria de origen médico, fueron reanimados antes de la implantación del protocolo de hipotermia postresucitación y fueron sometidos también, al procedimiento de hipotermia tras el ingreso en el hospital. Descartaron las paradas cardiorespiratorias de origen neurológico. Para valorar el deterioro neurológico de de los pacientes utilizaron la escala CPC (cerebral perfomance category). Consideraron en el estudio los grados I y II como "buena evolución neurológica".
La mitad de los casos presentó una buena recuperación neurológica frente al 27,5% de los controles. Esas diferencias se mantuvieron tanto si el ritmo inicial era o no tributario de desfibrilación. Por ello los autores demuestran la viabilidad y la eficacia de la utilización de la hipotermia postresucitación en un medio con características tan específicas como el de la emergencia extrahospitalaria. Así, desde el punto de vista logístico, la implantación de este procedimiento sólo exige de la existencia de un mecanismo enfriador externo por convección, que en este caso se trata de unas mantas de hipotermia habituales conectadas al aire acondicionado del vehículo, de la administración de sueros fríos (y por tanto de nevera con adecuado control de temperatura en la ambulancia), y de un mecanismo de medición de la temperatura central del paciente, que en este caso se trataba de una sonda vesical con un sensor de temperatura en su interior.
Parece sorprendente que la aplicación de hipotermia sólo una hora antes pueda mejorar tanto los resultados neurológicos, teniendo en cuenta que el paciente llega con una temperatura media al hospital en torno a los 35 ºC.
Corral E, Fernández F, López E et al. La aplicación de hipotermia moderada tras la reanimación cardiaca iniciada en el medio extrahospitalario puede incrementar la supervivencia sin deterioro neurológico. Estudio de casos y controles. Emergencias 2012; 24: 7-12.