El par de fricción metal contra metal se utiliza tanto en las prótesis totales de cadera estándar como en la prótesis de superficie. Su uso se ha extendido en los últimos años con el propósito de disminuir el riesgo de pérdida de hueso alrededor de la prótesis.
Se considera que las cabezas metálicas de gran diámetro han aportado dos ventajas respecto a las de pequeño diámetro: un menor desgaste y un riesgo inferior de luxación de la prótesis. Sin embargo, cada vez son más las publicaciones que constatan la presencia de dolor inguinal tras implantar una prótesis de superficie de cadera, habiéndose estimado en hasta un 18%. Esta cifra es muy superior a las cifras previamente conocidas para la prótesis total de cadera convencional.
El dolor inguinal en pacientes con prótesis total de cadera puede tener diferentes causas. El propio par de fricción metal-metal podría explicar el dolor inguinal, debido a un mecanismo de hipersensibilidad a los componentes metálicos que causaría dolor y derrame. Tanto en la prótesis de superficie como en la prótesis convencional metal-metal, puede producirse un pinzamiento del tendón del psoas que ocasione dolor inguinal. Sin embargo, la prótesis de superficie de cadera, por su propio diseño, entraña posibles complicaciones, con una predisposición a problemas específicos como el choque del cuello femoral nativo contra el reborde metálico del cotilo o contra partes blandas, y la presencia de una fractura oculta de cuello femoral.
En el estudio que comentamos se revisaron un total de 282 caderas en 269 pacientes operados en la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota, EEUU) entre diciembre de 2006 y noviembre de 2007. Se compararon 58 pacientes (65 caderas) con prótesis total de cadera convencional metal contra metal con 211 pacientes (217 caderas) con prótesis con par de fricción metal contra polietileno o con par de fricción cerámica contra cerámica. De las 65 caderas metal contra metal, 39 eran prótesis de superficie: 33 Conserve® Plus (Wright Medical) y 6 ASRTM (DePuy). El seguimiento postoperatorio de los pacientes consistió en una evaluación tanto clínica como radiológica a los 2, 12 y 24 meses de la intervención.
El estudio concluyó que la tasa de dolor inguinal en pacientes con prótesis total de cadera convencional con par metal-metal (15%) y en pacientes con prótesis de superficie de cadera (18%) era superior a la tasa de dolor inguinal en pacientes con insertos de polietileno o cerámica (7%). En el grupo de pacientes con prótesis de superficie de cadera, dos tuvieron que operarse de nuevo por fractura del cuello del fémur, con una excelente remisión del dolor tras la cirugía de revisión; en un tercer paciente el dolor mejoró con la inyección de corticoides guiada por ecografía en el tendón del psoas. En el grupo de pacientes con prótesis no metal contra metal, también un paciente recibió tratamiento de dolor inguinal mediante inyección de corticoides guiada por ecografía en el tendón del psoas.
El estudio presenta varias limitaciones, como los propios autores se encargan de señalar: podría haber algunos factores de confusión, como la heterogeneidad de los tipos de implante, o que la edad y las expectativas de los pacientes no se evaluaron de forma prospectiva. Asimismo, y a pesar de que los autores mencionan la posibilidad de que exista una reacción tisular a los metales, en ningún caso de la serie se diagnosticó como tal. Se indica que muchos de los pacientes con dolor inguinal tenían sin embargo un dolor leve con un seguimiento mínimo de un año, y que se encontraban satisfechos con la cirugía de la cadera. Por otro lado, en este estudio la mayoría de prótesis de superficie se indicaron en varones, por lo que no se pueden sacar conclusiones en cuanto al riesgo estratificado por sexos.
El artículo constata una tasa de dolor inguinal superior a la esperada para este grupo de prótesis. Dado que se han empezado a publicar otros estudios con unas tasas similares, es muy probable que el dolor inguinal tras la implantación de una prótesis de superficie sea objeto de estudio de futuras publicaciones que aborden tanto su prevención como cuál debe ser su estudio y tratamiento.
Bartelt RB, Yuan BJ, Trousdale RT, Sierra RJ. The prevalence of groin pain after metal-on-metal total hip arthroplasty and total hip resurfacing. Clin Orthop Relat Res. 2010; 468: 2.346-2.356.