Los lácteos constituyen una fuente importante de proteínas, calcio, fósforo y vitaminas A y D, pero también son una de las mayores fuentes de grasa saturada de nuestra alimentación, por lo que se recomienda, desde el punto de vista de la salud cardiovascular, consumirlos desnatados.
Sin embargo, algunas corrientes naturópatas sostienen que los lácteos presentan un elevado contenido en antígenos que no sólo «agotan» el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con el sistema inmunitario, sino que también pueden ocasionar problemas cardiovasculares. En esa misma línea argumental, distintos estudios habían obtenido resultados contradictorios respecto a la posible relación entre los lácteos y el riesgo cardiovascular.
Un grupo de científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN), dependiente del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, liderados por Dolores Corella, ha coordinado un estudio internacional en el que se demuestra que la ingesta de leche y sus derivados no se asocia a un mayor riesgo cardiovascular en poblaciones mediterráneas y americanas.
La principal novedad del estudio, publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports, consiste en que, además de cuestionarios personales, se ha utilizado el análisis de un biomarcador nutricional del consumo de leche, lo que hace más objetiva la medición de la ingesta. En una investigación paralela se ha descrito por primera vez que un polimorfismo en el gen MCM6-rs3754686 SNP, que ya había sido identificado como un marcador de tolerancia a la lactosa, se asocia intensamente al consumo de leche en población europea-mediterránea y en población tanto blanca como afroamericana e hispana de Estados Unidos.
En el marco de este estudio se han analizado los datos de 20.089 pacientes procedentes de varias cohortes europeas y americanas: Boston Puerto Rico Rican Health Study (BPRHS), Genetics of Lipid Lowering and Diet Network (GOLDN), Prevención con Dieta Mediterránea (estudio PREDIMED) y Women Health Iniciative Study (WHI).
Al analizar la asociación de la positividad del marcador genético referido y, por tanto, de un mayor consumo de lácteos, con la mayor o menor incidencia de los factores de riesgo cardiovascular, los investigadores no hallaron ninguna relación significativa. Además, los resultados finales del estudio mostraron algunas diferencias entre sexos, siendo aún mayor el efecto de la asociación entre este marcador genético y la ingesta de lácteos en las mujeres.
De esta manera, puede concluirse que el consumo de leche medido a través de este biomarcador nutricional no se relaciona con un incremento en los niveles de lípidos y glucosa, un aspecto sobre el que otros estudios previos habían dado resultados contradictorios.