La insuficiencia cardiaca no es en realidad una enfermedad, sino un síndrome cuya semiología refleja una gran variedad de alteraciones fisiopatológicas subyacentes. Desde un punto de vista etiológico, cabe subrayar como causas más frecuentes la miocardiopatía congestiva, la cardiopatía isquémica, la hipertensión arterial y las valvulopatías. Básicamente, el trastorno inicial es una alteración cardiaca, una afectación de la función sistólica o diastólica que, iniciando una señal de error en el organismo, hace que se activen complicados mecanismos renales y neurohumorales, que desencadenan el síndrome edematoso o de expansión de volumen característico de la insuficiencia cardiaca congestiva.
Se trata de un grave problema se salud pública que afecta a un número de pacientes progresivamente creciente, y es una de las principales causas de hospitalización, con la consiguiente repercusión económica y social. Se estima que en el mundo hay más de 30 millones de enfermos cardiópatas; una vez instaurada la insuficiencia cardiaca, presenta una mortalidad elevada (un 40-50% anual en los casos avanzados) que, aproximadamente en la mitad de los casos, se debe a una muerte súbita.
Los marcadores de mortalidad más importantes y de mayor valor predictivo en esta patología son la edad y el sexo, el grado funcional y la duración de los síntomas, la sintomatología concomitante, como la angina o el síncope, la medicación a la que están sujetos los pacientes, el grado de cardiomegalia, la bioquímica (especialmente la hiponatremia), la actividad neuroendocrina, el tratamiento con inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina, las concentraciones de aldosterona, endotelina y noradrenalina y, finalmente, las citocinas.
Respecto al sexo, se sabe ya desde hace años que las mujeres gozan de una mejor protección ante las enfermedades cardiovasculares que los hombres. Así lo han puesto de manifiesto distintos estudios que muestran una protección biológica de la mujer ante este tipo de patologías y su capacidad única de regenerar el miocardio. Pese a que clásicamente la mujer no ha estado suficientemente representada en los ensayos clínicos, cada vez son más los trabajos que analizan las peculiaridades y las diferencias sexuales en la patología cardiovascular. Para constatarlo, un equipo de investigadores del Hospital Universitario «Gregorio Marañón» y de la Universidad Europea de Madrid, dirigido por el Dr. Martínez-Sellés, presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología, analizó la relación entre el sexo y la supervivencia en más de 40.000 pacientes con insuficiencia cardiaca a partir de los resultados aportados por 31 estudios observacionales de más de 3 años de seguimiento.
Los datos del estudio (MAGGIC) mostraron inicialmente que la tasa de mortalidad entre ambos sexos era muy similar, aunque después de ajustar los datos según la edad, la función sistólica del ventrículo izquierdo, la etiología y la diabetes mellitus, se observó que los hombres tenían un 31% más de riesgo de muerte por insuficiencia cardiaca que las mujeres.
No está clara la razón por la que las mujeres parecen estar más protegidas que los hombres, pero se cree que podría deberse a dos posibles justificantes biológicos: por un lado, la presencia de estrógenos, hormonas femeninas que protegen a la mujer de la aparición de enfermedades cardiovasculares hasta la posmenopausia y, por otro, el embarazo, en el que se «soportan» profundos cambios en la anatomía y la fisiología cardiacas. En esta línea cabe referirse a las muy recientes investigaciones sobre nuevos fármacos obtenidos a partir de hormonas femeninas como posible tratamiento para la insuficiencia cardiaca.
Martínez-Sellés M, Doughty RN, Poppe K, Whalley GA. Gender and survival in patients with heart failure: interactions with diabetes and aetiology. Results from the MAGGIC (Meta-Analysis Global Group In Chronic Heart Failure) individual patient meta-analysis. Eur J Heart Fail. 2014 [doi: 10.1093/eurjhf/hfs026].