La progresiva menor adherencia a la dieta mediterránea en nuestro medio se asocia a su desplazamiento por una dieta rica en grasas saturadas y azúcares menos saludable, especialmente en la población más joven. Esto tiene múltiples consecuencias negativas para la salud; una de ellas es que está disminuyendo el consumo en la dieta de ácidos omega-3, lo cual es un factor de riesgo para muchas enfermedades.
Los glicofosfolípidos cerebrales constituyen la arquitectura de las membranas neuronales y de la glía, y determinan su funcionamiento. Contienen un alto porcentaje de ácidos grasos poliinsaturados (polyunsaturated fatty acids [PUFA]). Los principales PUFA cerebrales son los ácidos grasos omega-3 y omega-6. Los ácidos grasos esenciales omega-6 son el linoleico y el araquidónico. Entre los omega-3 encontramos el ácido alfalinolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). El organismo puede convertir sólo una cantidad mínima de ALA en EPA y luego en DHA. Por ello, la única manera práctica de aumentar las concentraciones de estos ácidos grasos omega-3 en el organismo es obteniendo los EPA y DHA de los alimentos. La alternativa es tomar suplementos dietéticos.
Los ácidos grasos omega-6 se encuentran en el aceite vegetal de semillas (girasol, soja, maíz), en nueces, cereales, pan integral, huevos, aves de corral, soja y aguacate. Los ácidos grasos omega-3 están presentes en los pescados grasos o azules (salmón, caballa, atún, arenques y sardinas) y en aceites de pescados y marisco, además de en nueces y semillas (linaza, chía, soja, etc.).
Se ha propuesto que en los inicios de la Humanidad, la proporción entre el consumo de omega-6 y omega-3 en la dieta era aproximadamente la misma, pero a medida que ha ido cambiando la dieta occidental en los últimos años, esta relación ha aumentado significativamente a favor de los omega-6, hasta alcanzar relaciones de 15/1-16/1, lo que conlleva consecuencias negativas en nuestro cuerpo, aumentando el riesgo de múltiples enfermedades sistémicas, neurológicas, autoinmunes, cardiovasculares y oncológicas.
Una dieta rica en ácidos grasos omega-3 y 6 en una proporción adecuada disminuye los niveles de colesterol total y c-LDL, y tiene efectos cardioprotectores. La AHA recomienda el consumo más de 2 veces por semana de atún o salmón en todos los adultos. Para los pacientes con una enfermedad coronaria recomienda consumir 1 g/día de EPA y DHA combinados, ya sea en aceite de pescado o en cápsulas.
En los últimos años se está demostrando que el déficit de PUFA, especialmente omega-3, está involucrado como factor de riesgo en el origen de las depresiones (incluidas las perinatales) y otros trastornos mentales. También hay cada vez más estudios que prueban la utilidad terapéutica de los ácidos omega-3 en diferentes trastornos mentales y neurológicos. Debido a la relativa escasez y a las diferencias metodológicas de estos estudios (criterios de selección, dosis y tipo de PUFA empleados, etc.), sus resultados aún son poco concluyentes en la mayoría de las patologías estudiadas.
Depresión
Hasta ahora, la mayor evidencia la ha obtenido el uso de los omega-3 EPA y DHA en las depresiones monopolares y bipolares en dosis de 1-2 g/día, sobre todo si hay predominio de EPA. También se ha señalado que el efecto es más claro como tratamiento complementario o coadyuvante a los antidepresivos y cuando se usa en las depresiones más graves.
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
En los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se han realizado varios estudios; en bastantes de ellos mejoraba la atención, pero sólo los que administraban >500 mg de EPA mejoraban también la hiperactividad. La conclusión hasta ahora es que el efecto es pequeño comparado con otras alternativas farmacoterapéuticas, y no suficiente para generalizar su recomendación.
Trastornos del comportamiento
En los trastornos del comportamiento con impulsividad y agresividad la evidencia disponible es muy escasa. Sólo hay algún grado de evidencia inicial sobre que la suplementación con omega-3 puede disminuir el comportamiento agresivo y antisocial en personas que tienen niveles basales bajos, incluidas aquellas diagnosticadas de trastorno límite de la personalidad. Lo mismo podríamos decir de los pacientes con trastornos del espectro autista.
Esquizofrenia
En la esquizofrenia algunos estudios señalan resultados preventivos prometedores de los omega-3 en pacientes jóvenes con síntomas psicóticos subumbrales con el fin de evitar el inicio de esta enfermedad.
Deterioro cognitivo leve
Sobre el uso de omega-3 en el deterioro cognitivo leve y la demencia hay muy pocos estudios realizados y con resultados dispares. Algunos de estos estudios parecen apuntar a que la administración combinada con más del 60% de EPA presenta mejores resultados, pero este efecto no aparece en otros trabajos.
Seguridad
Los ácidos omega-3 no muestran problemas de seguridad importantes. Los efectos secundarios son poco frecuentes o relevantes, como malestar gastrointestinal leve o retrogusto desagradable. También se ha planteado un riesgo de ciclación rápida en pacientes bipolares y un aumento teórico del riesgo de sangrado cuando se combinan con anticoagulantes, aunque apenas se han descrito casos. En este sentido, la Food and Drug Administration recomienda no consumir más de 3 g/día de EPA y DHA combinados, o 2 g/día provenientes de suplementos dietéticos.
El mecanismo propuesto de los omega-3 incluye las siguientes acciones psicotrópicas: aumento de la neurotransmisión serotoninérgica, modulación de la función dopaminérgica, acciones antiinflamatorias e inmunosupresoras, efectos inhibitorios en el sistema de segundo mensajero neuronal y aumento de la activación de regiones prefrontales.
Práctica clínica
- Los trastornos mentales son enfermedades complejas y multifactoriales, muy prevalentes y discapacitantes, en las que los aspectos psicosociales son muy importantes. Además, en los últimos años se está demostrando también la influencia, al menos parcial, de los factores asociados al estilo de vida (disminución de lazo social, estrés, sedentarismo, empeoramiento de la calidad de la dieta, disminución de horas de sueño, menor contacto con la luz ambiental y la naturaleza, etc.).
- Los ácidos omega-3 ya pueden recomendarse para el tratamiento coadyuvante de los trastornos depresivos graves, según la Asociación Americana de Psiquiatría y la Asociación Británica de Psicofarmacología. Parece importante que se haga en dosis de 1-2 g/día, y que la proporción de EPA sea, al menos, del 60%del compuesto. Sin embargo, no se ha demostrado que los omega-3 puedan prevenir la depresión clínica en pacientes de riesgo o con síntomas depresivos leves o subumbrales.
- Los ácidos omega-3 no han demostrado eficacia para tratar la esquizofrenia, pero hay algún dato preliminar sobre su potencial para prevenir la transición a esta enfermedad en jóvenes adultos de alto riesgo. Sin embargo, tanto en ésta como en otras indicaciones neuropsiquiátricas (deterioro cognitivo, trastornos por déficit de atención, trastornos del comportamiento), no hay base empírica suficiente para recomendar su uso clínico.
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