–¿Qué problemas genera el insomnio a quienes lo padecen?
–Son francamente diversos. Las repercusiones más notables que alteran manifiestamente la calidad de vida son la fatiga diurna, las alteraciones del humor, como irritabilidad, disforia, tensión, indefensión o estado de ánimo deprimido. Incluso algún estudio sugiere que el insomnio crónico no tratado puede ser uno de los factores de riesgo para desarrollar depresión mayor. Además, los pacientes con insomnio suelen presentar quejas somáticas, típicamente gastrointestinales, respiratorias, dolores de cabeza y dolores no específicos. Otros problemas de salud más graves son el incremento de la accidentabilidad laboral y de tráfico.
–¿Qué factores se han relacionado causalmente con el insomnio?
–El género, la edad, el nivel socioeconómico y el estado de salud son factores predisponentes para el insomnio. Entre los factores psicológicos destacan, sobre todo, los sentimientos negativos y la tendencia a pensar las cosas demasiado, algo que difícilmente se puede disociar de la tendencia a internalizar las emociones. Casi la totalidad de los pacientes con insomnio crónico presentan sintomatología y/o rasgos/trastornos de personalidad. Los más comunes son el trastorno distímico, los trastornos de ansiedad y los rasgos/trastornos de personalidad obsesivos. Por otra parte, los pacientes con insomnio crónico usan estrategias de afrontamiento del estrés centradas en la emoción que son menos eficaces en la resolución de problemas y típicamente incrementan la activación emocional.
Existen también factores precipitantes. Estudios controlados han demostrado que el comienzo del insomnio crónico está precedido de un aumento de acontecimientos estresantes.
Finalmente, hay factores perpetuantes que se relacionan, sobre todo, con el miedo a no dormir y con las creencias y comportamientos no adaptativos (con el consiguiente desarrollo de hábitos erróneos) en relación con el sueño.
–¿Cuáles son las recomendaciones que suele proporcionar el médico de AP a sus pacientes?
–Es fundamental el asesoramiento acerca de lo que conocemos como higiene del sueño, que son una serie de medidas que el médico de familia debe ser lo suficientemente hábil para adaptar a la realidad social del paciente concreto, con el que mantiene una relación de conocimiento más o menos larga.
Por eso, a las recomendaciones imprescindibles sobre la temperatura, el ruido y la luz en la habitación, se le debe sumar que evite comer copiosamente y hacer actividades estimulantes en los minutos previos a acostarse.
–¿Hay casos que deberían ser derivados al especialista?
–Por supuesto. Está indicado si el insomnio persiste más de un mes a pesar de haber realizado pautas de mejora de la higiene del sueño, haber intentado corregir las posibles causas clínicas del insomnio y haber intentado algún tratamiento, farmacológico o no. Cabe mencionar en este punto la importancia de que los servicios de AP mantengan buenos puentes de comunicación con la unidades del sueño, allí donde las haya, para poder resolver dudas y agilizar la atención a los pacientes y promocionar la formación de los médicos de familia.
–¿Qué mensaje enviaría a los médicos de AP sobre el abordaje del insomnio?
–Los problemas para dormir son una de las patologías en relación con las cuales los pacientes ven en el médico de AP al profesional que puede resolvérselos. Por lo tanto, es muy importante que estos profesionales tengan acceso a formación de calidad que les dote de esta capacidad resolutiva. La orientación clínica del insomnio se hace mediante una historia clínica dirigida, y los médicos de familia son expertos en preguntar y hablar con sus pacientes. Y por último, se debe recordar esta máxima: no todo es insomnio. Hay situaciones en las que una persona no duerme bien y que corresponden al síndrome de piernas inquietas, a una alteración del ritmo circadiano o a una apnea del sueño.