“El sensor PPG mide la intensidad de luz reflejada por la superficie de la piel y de los glóbulos rojos para determinar el volumen de sangre de un área concreta en cada momento. Con estos datos, obtenemos una onda de pulsos del corazón y podemos determinar cuándo se produce cada latido del corazón”, señala Óscar Lozano, CEO y cofundador de Rithmi, que añade que esto, junto con el desarrollo de un algoritmo propio capaz de detectar posibles arritmias en el corazón “permite la monitorización y seguimiento de la salud del usuario en su actividad diaria y con una precisión muy próxima a un electrocardiograma (ECG)”, según explica.
De este modo, el usuario que porta la pulsera inteligente está constantemente monitorizado a través de un dispositivo cómodo, imperceptible y no invasivo, que permite realizar electrocardiogramas que pueden ser remitidos al profesional médico si se encuentra alguna anomalía, para que el paciente pueda ser tratado a tiempo.