En 2006 entró en vigor en España la Ley Antitabaco. Entre otras medidas, prohibía fumar en lugares públicos, en el lugar de trabajo y establecía que los locales de hostelería con más de 100 metros cuadrados a disposición de la clientela solamente podrían dejar fumar en zonas limitadas y separadas del resto de personas.
La máxima «todo por el enfermo, pero sin el enfermo» ya no tiene sentido. Cuando se habla de un enfoque de atención sanitaria centrada en el paciente y se menciona que se trata de un planteamiento relativamente novedoso, uno no puede dejar de preguntarse en quién o en qué estaba –o sigue estando– centrada la atención.
Va a hacer falta una crisis como no recordaban los más viejos del lugar para que los partidos políticos se avengan a un Pacto por la Sanidad para el que hasta ahora no han encontrado ni tiempo ni ganas, un pacto de Estado, un pacto social, político, económico, un pacto de sentido común, llamémoslo hache, que mantenga a salvo un patrimonio sanitario al que tanto podemos echar en falta el día menos pensado. Aunque la matrona sea la crisis, bienvenido sea un pacto que debe evitar discusiones estériles mientras los mercados ponen a subasta los muebles y los inmuebles de hospitales y centros de salud.