En colaboración con investigadores norteamericanos, los investigadores españoles han comparado los niveles en el cuerpo de 12 elementos (metales pesados, metaloides y minerales) en 118 pacientes con cáncer de páncreas y 400 pacientes hospitalarios sin esta patología. «Analizamos las concentraciones de estos elementos en las uñas de más de 500 personas, ya que esos niveles son indicadores fiables de lo que el cuerpo ha acumulado en el último año», explican Núria Malats, investigadora del grupo de epidemiología genética y molecular del CNIO y directora de este estudio y Miquel Porta, coordinador del grupo de investigación en epidemiología clínica y molecular del cáncer del IMIM e investigador de este trabajo.
«Los resultados de los análisis mostraron que los pacientes que tenían niveles más altos de plomo, tenían 6 veces más riesgo de padecer cáncer de páncreas, y que los pacientes con niveles más altos de arsénico y cadmio tenían entre 2 y 3 veces más riesgo de tener la enfermedad» confirma Núria Malats. Sin embargo, el estudio también ha constatado que los individuos con niveles de níquel y selenio altos tenían una probabilidad entre un 33% y un 95% menor de desarrollar un cáncer de páncreas que los que tenían niveles más bajos de estos elementos. Los niveles altos de selenio se asocian a la protección contra determinados tipos de cáncer e investigaciones previas ya habían indicado que el selenio puede contrarrestar los efectos nocivos del cadmio, el arsénico y el plomo.
Los resultados del estudio se sustentan incluso después de tener en cuenta otros factores de riesgo del cáncer de páncreas, como el tabaquismo, la diabetes o el sobrepeso. El tabaco es el responsable de un tercio de los cánceres de páncreas, ya que contiene diferentes metales, entre ellos el cadmio, que es un agente cancerígeno conocido y que se ha asociado también a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, riñón y próstata.
«Entender el papel de estos elementos en el desarrollo del cáncer de páncreas servirá para aplicar medidas de prevención, como evitar la contaminación por los metales tóxicos», concluyen los investigadores. El estudio continuará con el análisis de la información de la que dispone sobre los hábitos dietéticos y la historia laboral de los individuos participantes para determinar cuáles fueron las principales fuentes de exposición a esos elementos. Este trabajo ha sido realizado y financiado por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), utilizando los recursos de los estudios PANKRAS2 y EPICURO. El trabajo ha sido cofinanciado por la AICR, AECC, FIS, RTICC, CIBERESP y NCI‐USA.
Artículo de referencia:
Amaral AFS, Porta M, Silverman DT, Milne RG, Kogevinas M, Rothman N, et al. Pancreatic cancer risk and levels of trace elements. Gut 2011. Doi:10.1136/gutjnl‐2011‐301086