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Los pediatran revisan la patología psicosocial en niños

Más de 1.000 expertos en pediatría se reúnen hasta el 15 de octubre en Santiago de Compostela en el XXV Congreso Nacional Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) para tratar los principales problemas que afectan a la salud de los niños en la actualidad y facilitar el intercambio de conocimientos científicos, pautas de actuación e ideas entre los profesionales de la pediatría de atención primaria.

El Manual de Investigación en Atención Primaria, publicado por la SEPEAP y la guía de nutrición serán focos de especial interés a lo largo de estos días. Para la SEPEAP, el entrenamiento y la adquisición de habilidades prácticas de los profesionales son esenciales. En el congreso estarán presentes aquellos talleres prácticos que la SEPEAP desarrolla a lo largo de todo el año y que cada vez son más demandadas, entre otros, los talleres de asma, el de entrenamiento en los trastornos del sueño, o el de entrenamiento en asistencia a urgencias y emergencias mediante simulación avanzada. En este sentido, cabe destacar que el grupo de expertos de la SEPEAP colabora junto con otros cuatro grupos a escala mundial en el desarrollo de nuevos maniquíes para mejorar el entrenamiento de los profesionales; uno de ellos el SimJunior, que pese a no haberse comercializado todavía, estará a disposición de los congresistas. «Las sociedades científicas debemos innovar constantemente y aportar a nuestros socios y colaboradores la tecnología más avanzada para alcanzar nuestros objetivos; mejorar desde un punto de vista asistencial la calidad de vida de los niños y sus familias» concluye Sánchez Santos, presidente de la SEPEAP.

Trastornos de ansiedad

Los trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia son bastante prevalentes, ya que afectan a entre el 10-20% de los niños. Sin embargo, sólo algunos de los afectados están diagnosticados y, de éstos, es difícil que todos se traten de forma adecuada utilizando las intervenciones terapéuticas más efectivas.

La importancia de un adecuado diagnóstico y tratamiento implica tanto el alivio del grave malestar en el niño como el evitar la cronificación del cuadro, la aparición de comorbilidades y la evolución de la enfermedad en la vida adulta. Por este motivo, en el congreso se debate sobre la identificación precoz de la ansiedad en los niños.

Según la edad del niño y su desarrollo cognoscitivo y emocional, las manifestaciones de la ansiedad pueden variar y estar influenciadas por sus vivencias, educación, el medio en el que vive e, indudablemente, por su temperamento y genética. «La sintomatología se puede manifestar con síntomas físicos como cefaleas, dolores abdominales y torácicos, náuseas, vómitos, dolores inespecíficos, palpitaciones, sudoración, falta de aire, sensación de frío o calor y temblor, entre otros muchos; alteraciones cognitivas como intranquilidad, miedo, angustia, desasosiego, preocupación inespecífica, dificultades de atención y de concentración, de memoria y la lentitud del pensamiento; alteraciones motoras como inquietud; y alteraciones emocionales como llanto, enfado e irritabilidad», comenta Jesús García Pérez, pediatra.

Dentro de los acontecimientos vitales estresantes se deben señalar algunos que están presentes con mucha frecuencia en la vida de los niños como «la separación o divorcio de los padres, sobre todo si conllevan discusiones frecuentes y graves entre ellos, el alcoholismo o toxicomanía de los padres, enfermedad grave física o mental de los mismos, deficiente rendimiento escolar, cambio de nivel económico y pérdida del trabajo paterno», indica García Pérez. «Evidentemente, no a todos los niños les afectarán por igual, ya que la presencia de factores protectores ayudarán a una buena adaptación», puntualiza el experto. Entre éstos destacan un temperamento "fácil", habilidades en resolución de problemas, y toma de decisiones y un desarrollo saludable.»

Depresión

La depresión es un trastorno psiquiátrico que sufren los niños desde edades tempranas y que el pediatra debe tener en mente en su práctica clínica habitual. El diagnóstico requiere pensar en el trastorno, conocer sus características clínicas y disponer, en la medida de lo posible, de varias fuentes de información. «Los niños son una fuente de información altamente fiable y conocer lo que les sucede sólo requiere a veces tiempo y dedicación», comenta el especialista. «Además, la depresión es una enfermedad que tiende a evolucionar de forma crónica y que condiciona toda la vida del niño. Por ello, reconocerla y diagnosticarla es uno de los mayores servicios que los pediatras pueden prestar a sus pacientes».

El diagnóstico precoz de las enfermedades de este tipo en los niños es un elemento esencial de la evolución y el pronóstico, más aún cuando se trata de enfermedades psiquiátricas que interfieren en el desarrollo emocional de los pequeños, en su rendimiento académico y en la adaptación social.

La depresión es un trastorno psiquiátrico que por sus características clínicas tiene una capacidad lesiva particular en los niños. «En su génesis intervienen factores genéticos y circunstancias ambientales, y el niño que sufre la enfermedad es especialmente vulnerable a las adversidades de la vida», afirma García Pérez. Detectar los signos y síntomas depresivos en los más pequeños requiere no sólo conocer el cuadro clínico, sino escuchar y entender lo que el niño dice y lo que calla. Durante la infancia no se observan diferencias entre niños y niñas, sin embargo, a partir de la pubertad, la prevalencia en las mujeres es dos veces más alta que en los hombres.

El factor edad es especialmente significativo en las niñas que en un estudio español muestran tasas del 2,2% a los 11 años y del 4,1% a los tres años. «La depresión, por tanto, existe en la infancia y afecta a niños de 3 a 6 años, una realidad que conviene tener presente en la práctica clínica», declaran los expertos. El diagnóstico de la depresión en los niños es más difícil que en los adultos, y es tanto más difícil cuanto menor edad tiene el paciente. «La evaluación requiere tiempo para hablar con los padres, tiempo para explorar al niño y tiempo para informar del diagnóstico y de las recomendaciones terapéuticas», dice García Pérez, quien añada que es fundamental disponer de varias fuentes de información para hacer un diagnóstico correcto.

Acoso escolar

En la actualidad, las situaciones de violencia en el ámbito escolar se agrupan bajo una gran variedad de denominaciones (intimidación, bullying, acoso, abuso, maltrato...), haciendo referencia a una serie de conductas intencionadas e hirientes de escolares hacia sus compañeros que tienen que ver con la tiranización y el hostigamiento. Por ello, se tratará el tema en el congreso. «Entre el 2 y el 10% de los niños españoles se encuentran en la versión más grave de este tipo de casos, porcentaje que aumenta del 15 al 35% si hablamos de intimidaciones leves», comenta García Pérez. «Aún así, las investigaciones más recientes y la réplica de algunos estudios permiten afirmar que el panorama del acoso escolar en España ha mejorado, aunque todavía estamos lejos de erradicar el problema.»

«Las víctimas, aunque sus perfiles son muy variados, se puede decir que son, en general personas pacíficas, con baja capacidad de respuesta, tímidas y vulnerables. También pueden ser estudiantes académicamente brillantes y hábiles en sus relaciones con las personas adultas y que provocan celos y envidias», indica García Pérez. «En un polo opuesto, están las víctimas provocativas que muestran comportamientos irritantes, impulsividad y propensión a atacar cuando se sienten atacadas» añade el experto. Un dato muy relevante es que el 60% de los menores que acosan en el colegio cometen algún delito antes de los 24 años (perpetúan la violencia y la trasladan al trabajo o la familia). Respecto a los agresores o agresoras, en palabras del García Pérez, «son personas que, normalmente, no se sienten bien consigo mismas y por eso quieren controlar y dominar a las demás. Buscan un poder social y un reconocimiento que no pueden obtener de otra manera. Son frías emocionalmente, prepotentes, de temperamento impulsivo y, en ocasiones, violento; no tienen sentimientos de culpa y, posiblemente, fueron víctimas de violencia doméstica». «Pero, por otro lado, también pueden ser estudiantes populares y agradables ante las profesoras y profesores a los que adulan e, incluso, engañan (líderes en negativo)», añade el experto.

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  • Modificado por última vez en 23 Abr 2013, 06: 18

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