El objetivo de este estudio fue evaluar cuantitativamente su relevancia como estrategias de contención. Los resultados muestran claramente que la duración del primer confinamiento afectará el momento y la magnitud de las olas posteriores, y que las estrategias de desconfinamiento gradual siempre resultan en un menor número de infecciones y muertes, en comparación con procesos de desconfinamiento muy rápidos.
En España, donde el desconfinamiento fue rápido para la mitad de la población y gradual para el resto, el comportamiento individual será clave para reducir o evitar una segunda ola. “Si logramos hacer descender la tasa de transmisión en un 30% mediante el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social, podemos reducir considerablemente la magnitud de la próxima ola. Reducir la tasa de transmisión en un 50% podría evitarla por completo”, explica Xavier Rodó, co-autor del artículo
Los resultados muestran que, incluso en países que no tienen los recursos para testar y rastrear todos los casos y contactos, el empoderamiento social mediante el uso de mascarillas, la higiene de manos y el distanciamiento social es clave para detener la transmisión viral.
Las simulaciones también muestran que la pérdida de inmunidad al virus tendrá efectos significativos en el tiempo transcurrido entre olas epidémicas: si la inmunidad tiene una larga duración (un año en lugar de unos pocos meses), el tiempo entre las olas epidémicas se duplicará.
El modelo toma en consideración confinamientos totales y utiliza los datos disponibles hasta el 25 de mayo, pero no tiene en cuenta un posible efecto de las temperaturas en la transmisión viral.