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La SEDAR reclama un plan nacional para luchar contra el dolor

El dolor no es solo el motivo más frecuente por el que los ciudadanos acuden al médico, sino que, además, es un factor clave para aumentar la vulnerabilidad de quien lo padece. De ahí que la conmemoración del Día Mundial contra el Dolor, que tiene lugar el 17 de octubre, ponga el foco en los colectivos más vulnerables.

 

 

Una perspectiva de género
Actualmente se define el sesgo de género en la atención sanitaria como la diferencia en el tratamiento médico de hombres y mujeres con un mismo problema de salud, el impacto del cual puede ser positivo, negativo o neutro. Lo cierto es que la literatura en medicina muestra la existencia de sesgos de género en el tratamiento del dolor crónico.

En el caso del dolor crónico en la mujer, se advierte una situación controvertida. Se ha generalizado una tendencia a sobretratar algunos tipos de dolor en las mujeres. Como aclara María Teresa Ruiz Cantero, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante, “las mujeres están más tratadas con analgésicos que los hombres, incluso aunque el origen de su problema de salud no les cause dolor, lo que supone una sobremedicalización que oculta en ocasiones la enfermedad y que provoca altos costes al sistema sanitario”.

Tratando de aclarar esta situación, la catedrática de la UA apunta que “los analgésicos son fármacos sintomáticos, que se prescriben mucho mientras quienes padecen dolor no son derivados al lugar apropiado (especialistas normalmente) para que se les diagnostique correctamente su enfermedad; esto supone que, en muchos de estos casos, a las mujeres no se les prescriban los fármacos terapéuticos.

Además, las mujeres con dolor crónico con frecuencia informan en las investigaciones que se desconfía de ellas. En un estudio realizado en Finlandia, las mujeres escribieron relatos sobre el proceso de diagnóstico de su dolor de espalda. Los resultados mostraron que los médicos no tomaron en serio el dolor de las mujeres y que para ellas esta actitud se convirtió en un problema. “Los sesgos de género en el tratamiento del dolor implican un esfuerzo de quienes padecen por lograr la legitimidad”, indica la experta de dolor y género de la Universidad de Alicante.

Otros estudios muestran que las mujeres tienen un sentimiento de vergüenza debido a la desconfianza de los profesionales y el malentendido de sus familiares y amigos; sin embargo, cambiaron a mejor cuando se encontraron con un/a profesional que las creyó. Además, según Ruiz Cantero, “sentir la desconfianza de los profesionales sanitarios puede llevar a la angustia, y el dolor acompañado de angustia se asociar a factores psicológicos”. Por eso, indica, “los profesionales pueden contribuir a empoderar a las mujeres, haciéndolas sentir competentes, y fomentando una relación de confianza con ellas”.

En la atención del dolor en el sexo femenino también se advierte otro problema diferencial: la demora de la atención médica. Tal y como se ha revelado en un estudio de la Universidad de Alicante, llevado a cabo en pacientes de espondiloartritis, la mediana de tiempo de demora en la atención sanitaria es de 3 años en los hombres y de 7 en las mujeres. La explicación más argumentada de la mayor demora en el diagnóstico en mujeres es que esta enfermedad se expresa de forma diferente en ambos sexos (mujeres: más afectación de las extremidades; hombres: más afectación de la columna vertebral). Por lo tanto, aconseja la experta de la Universidad de Alicante, “es indispensable incorporar estas diferencias por sexo en los protocolos diagnósticos”.

Cambio de tendencias
Desde la SEDAR, se apuntan 4 retos fundamentales a superar en relación con el abordaje del dolor. Como enumera su presidente, “hay que aumentar la sensibilización de las autoridades sanitarias, mejorar la formación de los anestesiólogos, fomentar la investigación en este ámbito y mejorar el modelo organizativo, de forma que se lidere un gran plan nacional que aborde esta patología”. Y es que, según defiende Julián Álvarez Escudero, “es necesario y urgente el desarrollo de un plan nacional para el tratamiento eficaz de este problema de salud”.

Estas medidas se antojan aún más necesarias si se tiene en cuenta un importante cambio de tendencia. “Debido al envejecimiento de la población, la incidencia de dolor crónico y de las limitaciones que provoca en la vida diaria va en aumento”, asegura Antonio Montes Pérez, de la Unidad del Dolor y CMA en el Hospital del Mar (Barcelona), quien subraya que “estamos ante el desafío de atender correctamente a una población cada vez más envejecida que precisa más recursos para el tratamiento del dolor”.

Por ello, según aconseja Montes, “es preciso dedicar más recursos para evitar los cuadros de cronificación del dolor”. A modo de ejemplos prácticos, este experto señala problemas frecuentes, como lumbalgias agudas que se transforman en crónicas o la perpetuación en el tiempo de dolores que aparecen tras cirugía de prótesis de rodilla o cadera, cirugía de columna o, incluso, tras cirugías menos importantes, como la herniorrafia inguinal. En este sentido, aclara el vicepresidente de la Sección de Dolor de la SEDAR, “es más eficiente dedicar recursos a evitar la cronificación que dedicarlos al tratamiento del dolor crónico, ya que en este caso su enfoque va a ser mucho más paliativo”. A su juicio, “es importante concienciar a las administraciones sobre la importancia de dedicar recursos a la investigación del dolor y dedicar recursos al diagnóstico adecuado y al tratamiento del dolor”.

La esperanza de nuevos tratamientos
Con todo, existe margen para la esperanza, especialmente por la acumulación de investigaciones encaminadas a mejorar los recursos terapéuticos para hacer frente al dolor. Sin embargo, como matiza el presidente de la SEDAR, “no debemos esperar la aparición de una fórmula mágica que cure el dolor, pero sí se pueden lograr importantes progresos si se realiza una mejora organizativa”. En su opinión, “el futuro obligará a abordar al paciente en toda su complejidad, sanitaria y social, con una actividad multidisciplinaria, que no solo incluya médicos, sino farmacéuticos, fisioterapeutas, psicólogos, enfermería,...”. En esta línea, el Dr. de la Pinta, reclama “más recursos para evitar sufrir dolor tanto agudo como, sobre todo, crónico”.

A nivel farmacológico, actualmente se está investigando en nuevas moléculas con mecanismos de acción diferentes a los analgésicos actuales, y que actúan en la transmisión del dolor sobre estructuras en las cuales no inciden los fármacos disponibles en estos momentos. Igualmente, y como resalta Antonio Montes Pérez, “se tienen puestas muchas esperanzas en la medicina regenerativa, con células madre”; y también se está avanzado en el diseño de nuevos sistemas de neuromodulación para tratamiento de dolores complejos que no responden a las terapias más convencionales. A nivel de prevención, continúa. Montes, “se están diseñando scores de riesgo para detectar los pacientes con más riesgo de desarrollar dolor crónico, con el objetivo de hacer un seguimiento más específico y así tratarlos más precozmente, evitando la aparición del dolor crónico”.

 

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  • Modificado por última vez en 17 Oct 2019, 14: 09

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