El pasado mes de mayo la revista Neuropsychiatric Disease and Treatment publicó un artículo que concluye que existen importantes tasas de deterioro cognitivo en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) de larga evolución. El estudio está firmado por: Guillem Feixas y Ernesto Magallón-Neri ,de la Universitat de Barcelona; Gustavo Faus, Director de Calidad y seguridad del paciente de Ita, y Antoni Grau, Director Clínico de Ita.
La investigación llevada a cabo por el equipo médico y clínico de investigación y docencia de Ita, en colaboración con la Universidad de Barcelona, evaluó el rendimiento en pruebas de memoria, atención, flexibilidad cognitiva, lenguaje, capacidad de resolución de problemas y percepción visual en 82 pacientes diagnosticadas con TCA. La mitad de ellas tenían más de diez años de evolución, mientras que la otra mitad habían empezado con el trastorno hacía menos de dos años. Cada uno de estos dos grupos se comparó con el rendimiento de un grupo control sano de edades equiparables. Con este estudio se detectó que en el grupo de pacientes de larga evolución existe un importante porcentaje de deterioro cognitivo en las áreas de memoria, atención, flexibilidad cognitiva, percepción visual y capacidad de resolver problemas.
A pesar de tener una edad promedio de 30 años, casi la mitad de pacientes con más de diez años de duración en el trastorno presentaron un deterioro en alguna de estas áreas propio de personas que superan los 70 años de edad.
Antoni Grau, director clínico de Ita, afirma que “el pobre funcionamiento en estas áreas contribuye a dificultar todavía más las posibilidades de recuperación de estos pacientes. La mayor parte de déficits se detectan dentro de lo que se conoce como funciones ejecutivas, es decir, aquellas implicadas en la capacidad de atender, anticipar, planificar una acción y ejecutarla. La pérdida de estas capacidades supone también una pérdida de oportunidades a la hora de conseguir y mantener un empleo, integrarse en una red de apoyo y conservar los principales hábitos de autonomía”.
A pesar de que el estudio no tenía como objetivo estudiar cuáles eran los factores que contribuían a este deterioro, se sospecha que síntomas como la desnutrición prolongada, el uso de conductas de purga como el vómito o el abuso de laxantes y diuréticos o el aislamiento social pueden ser los responsables de este deterioro.
Queda por responder qué parte de este deterioro se puede revertir con un tratamiento adecuado. Además del tratamiento de los síntomas alimentarios, y del malestar psicológico que se encuentra detrás de los mismos, Ita ensayará nuevas técnicas basadas en la rehabilitación cognitiva con la esperanza de poder recuperar, al menos en parte, las capacidades deterioradas por el trastorno.