El estudio, realizado a partir de registros médicos, ha revisado las historias clínicas de 2.709 pacientes con diabetes tipo 2 mal controlada (HbA1c≥8%), mayores de 30 años con obesidad y en tratamiento con dos o más antidiabéticos orales (“paciente 8:30”), y ha evaluado la inercia clínica a lo largo de al menos 4 años de seguimiento.
Los datos han reflejado que un alto porcentaje de pacientes se encuentra en situación de inercia terapéutica, afectando al 60% de los pacientes al año de seguimiento. “Esto puede deberse al desconocimiento de los profesionales de las Guías de Práctica Clínica o la falta de tiempo en las consultas que hace que el profesional aborde las patologías urgentes y demore el control de las patologías crónicas”, explica Flora López Simarro, del Centro de Atención Primaria de Martorell. “También, con frecuencia, los pacientes rechazan la intensificación de los tratamientos por no querer aumentar el número de fármacos o cambiar los medicamentos que toman”, apunta la doctora.
Para reducir esta inercia terapéutica, el escenario ideal sería hacer una valoración cada 3-6 meses e intensificar el tratamiento hasta que se consigan los objetivos de control. De esta manera, se reduciría el tiempo que el paciente pasa con cifras elevadas de glucemia. “Tanto el paciente como el profesional sanitario se deben plantear hasta qué punto no intensificar el tratamiento, o un retraso considerable del mismo, puede conducir a prolongar en el tiempo un control glucémico inadecuado, con el potencial aumento del riesgo de desarrollar complicaciones asociadas a la diabetes”, apunta Jesús Reviriego, responsable médico de Lilly Diabetes.
Se tarda más de un año en intensificar el tratamiento
Otro de los resultados de estudio “Paciente 8.30” es que los profesionales sanitarios tardan 456 días en intensificar por primera vez el tratamiento en pacientes con diabetes tipo 2 y con hemoglobina glucosilada (HbA1c) igual o superior a 8%. “Pocas veces se justifican estas cifras. Solo podrían aceptarse en pacientes de avanzada edad, con co-morbilidades asociadas y con escasa esperanza de vida. Por eso, concienciar a los profesionales y a los pacientes del beneficio del control glucémico es fundamental ya que disminuiría la carga glucémica y reduciría considerablemente las complicaciones”, concluye.
Según refleja el estudio, la media de intensificaciones por paciente fue de 1,4. De los 2.103 pacientes que recibieron una primera intensificación durante el seguimiento, en el 56,3% de los casos fueron cambios de tratamiento, en el 33,8% se añadió otro fármaco, y en el 1% de los pacientes se aumentó la dosis.