El empleo de antibióticos en el paciente crítico es muy frecuente. A lo largo de los años, en el estudio ENVIN-UCI se ha visto que en torno a un 60% de los pacientes que ingresan en la UCI reciben algún antibiótico a lo largo de su estancia. En parte esto tiene una explicación razonable, ya que el inicio precoz de un tratamiento antibiótico adecuado ha demostrado mejorar la supervivencia de los pacientes críticos, especialmente los que desarrollan un shock séptico. Ello explicaría el porqué se inician este tipo de tratamientos muy tempranamente, cuando hay una sospecha razonable de infección en un paciente grave. Pero, aún así, todo es mejorable si lo que se pretende es ayudar a controlar el problema de las resistencias bacterianas.
El proyecto Resistencia Zero (RZ) nace con el objetivo era conseguir reducir en un 20% el número de pacientes que adquiren una bacteria multirresistente durante su estancia en la UCI. Para ello, tras una revisión de la literatura científica, se seleccionaron un conjunto de 10 medidas que habría que aplicar en los pacientes críticos. Incluían, entre otras, desde un uso muy cuidados de los antibióticos, con retirada temprana de los mismos si no se confirmaba la presencia de infección, hasta la puesta en marcha de medidas de aislamiento para evitar la diseminación de las bacterias multirresistentes a otros pacientes, además de potenciar la higiene de las manos en todos los profesionales que trabajamos en estas Unidades.
“A pesar de la especial dificultad del proyecto, han participado de forma regular en el mismo más de 150 UCI de todo el país, y se ha visto que es posible contribuir desde los servicios de Medicina Intensiva al control del serio problema que representan las bacterias multirresistentes. Se consiguió reducir la tasa de pacientes con bacteria multirresistente adquiridas dentro de la UCI desde un 3,7% en los años primeros años hasta un 2,3% en el año 2015 (reducción del 37%). Además, hemos podido identificar los microorganismos más problemáticos en nuestras unidades y los factores de riesgo presentes en nuestros enfermos que se asocian con mayor frecuencia a la aparición de una BMR”, comenta Álvarez Rocha, presidente del comité científico de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
También se ha podido constatar que en el momento actual la importación de bacterias multirresistentes desde otras áreas del hospital e, incluso, desde la comunidad es uno de los problemas más importantes que contribuyen a la persistencia de las BMR en las UCI. En torno a un 60% del total de las BMR identificadas en los pacientes que pasan por los servicios de medicina intensiva proceden de otras áreas del hospital/comunidad.
“Todos estos datos nos refuerzan en la confianza de que podemos contribuir al control de las bacterias multirresistentes, pero que también es fundamental profundizar en la colaboración y coordinación con otras áreas hospitalarias y otras especialidades en aras de conseguir la máxima eficacia”, apunta el presidente del comité científico.