Tras poner de manifiesto que un número significativo de médicos del Área Económica Europea que trabajan en el NHS están considerando salir del Reino Unido, ha dicho que, “si esto ocurre, afectaría seriamente la atención de los pacientes en todo el país” y ha añadido que “aumentaría lo que a menudo ya son retrasos inaceptables para un tratamiento”.
También ha señalado que las restricciones a la libertad de circulación de los profesionales y su capacidad para ejercer mediante el reconocimiento mutuo de las cualificaciones profesionales “no solo perjudicaría al Reino Unido sino a toda Europa” y ha añadido que “los posibles efectos adversos del Brexit son bidireccionales y no simplemente una cuestión que afecte al Reino Unido u otros países europeos de manera individual”.
Asimismo, ha hecho referencia a la incidencia en el sector de la investigación y la innovación médica, teniendo en cuenta que el 15% del personal académico de las universidades británicas procede de otros Estados miembros de la UE, así como el hecho de que el fin de la libre circulación “pondrá en peligro la investigación médica de alta calidad en Reino Unidos y en la UE en su conjunto”.
Convencido de que las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE tardarán años en completarse, abogó para que las partes negociadoras -Parlamento Europeo, Comisión, los 27 gobiernos de los Estados miembros y el propio Gobierno del Reino Unido-, prioricen la protección de los pacientes y los profesionales sanitarios para para mantener la calidad de la asistencia médica en este periodo de transición.
Rowland ha pedido apoyo a sus colegas europeos para “asegurar el principio de neutralidad médica” durante las negociaciones con el objetivo de que el Brexit “no provoque daños colaterales para la salud d los pacientes”.