Por primera vez un trabajo español ha sido escogido para ser presentado en las prestigiosas sesiones conocidas como Late Breaking Clinical Trials, de la Annual Scientific Session del American College of Cardiology, que incluye las 30 investigaciones más aclamadas por la comunidad científica que son elegidas entre los más de 4.000 trabajos que se presentan en el congreso.
Según explica Gonzalo Barón y Esquivias, cardiólogo del Hospital Universitario Virgen del Rocio de Sevilla, primer firmante del trabajo y miembro de la Sociedad Española de Cardiología, “nuestro trabajo, realizado en once hospitales españoles y uno canadiense, ha probado que la implantación de un marcapasos se posiciona como tratamiento efectivo para el síncope recurrente en los pacientes mayores de 40 años y cuyos resultados en el test de tabla basculante deben ser positivos y con cardioinhibición”.
Se calcula que una de cada dos mujeres y uno de cada tres hombres sufrirá al menos un episodio de este tipo a lo largo de su vida. “Entre el 25% y el 30% de estas personas sufre lo que se conoce como el síncope recurrente. Nosotros, en nuestro trabajo, nos hemos centrado en aquellos que han sufrido un mínimo de cinco desvanecimientos en toda su vida y al menos dos de ellos en el último año, lo que representa entre el 5% y el 10% de los síncopes recurrentes”, explica.
El síncope en sí mismo no es una enfermedad peligrosa; son las consecuencias de sufrir el desmayo lo que puede provocar graves lesiones en el paciente. Estas personas, además, ven afectada su calidad de vida, tanto por sus repetidas visitas a los servicios de urgencia, donde deben realizarse una gran cantidad de pruebas, como por las consecuencias directas de las caídas.
“Hasta ahora, no existía ningún tratamiento al respecto y los episodios no podían predecirse, y por lo tanto sus efectos no se podían prevenir. Ahora, en cambio hemos sido capaces de demostrar que la implantación de un marcapasos en este tipo de pacientes puede reducir hasta siete veces la ocurrencia de síncopes”.
Así, SPAIN ha estudiado a 46 pacientes con síncope recurrente a quienes se les implantó un marcapasos. El marcapasos se activó de forma aleatoria en la mitad de los pacientes. Al año, se revirtió la función de los marcapasos y se cruzó a los pacientes que no estaban previamente estimulados a estarlo durante los siguientes doce meses y los que estaban previamente sin estimularse, a que estuvieran doce meses estimulados.
Cuando se analizó el global de los pacientes, se comprobó que cuando los 46 pacientes estaban estimulados con el DDD-CLS, sólo cuatro de ellos (8,7%) sufrieron síncopes, mientras que durante el tiempo que los 46 pacientes no estaban estimulados, 21 de ellos (45,65%) tenían de nuevo síncopes.
“Otro de los aspectos destacados”, prosigue el doctor, “es que, mientras que el tiempo transcurrido hasta el primer síncope en los pacientes con marcapasos era de 29 meses, en los pacientes con las funciones del marcapasos anuladas era solo de nueve meses”.
“Con nuestra investigación conseguimos dar respuesta a un problema muy común. Mediante la implantación del marcapasos no solo mejorará la calidad de vida de los pacientes, sino que también se reducirán los gastos derivados de la gran cantidad de pruebas y seguimientos que deben realizarse aquellas personas con síncopes recurrentes”, afirma Barón y Esquivias.
Actualmente, los investigadores están ampliando el estudio con un número mayor de pacientes. Tras este nuevo trabajo, y en el caso de que se confirmen los resultados previos, se espera que la implantación del marcapasos DDD-CLS se incluya en las guías de práctica clínica como tratamiento en mayores de 40 años con síncopes vasovagales cardio-inhibitorios.