El diagnóstico de cáncer supone un impacto emocional importante en la persona afectada y en su familia que provoca que aparezcan sentimientos de angustia, tristeza, rabia y miedo. Es inherente, comprensible, normal y esperado que quienes reciben esta noticia lo vivan como una amenaza muy importante para su vida, generando mucho sufrimiento emocional.
En este contexto, Arana destaca que actualmente escuchamos en numerosas ocasiones frases del entorno y familia como “ánimo, hay que ser positivo”; “si eres fuerte lo conseguirás”; “hay que tener buena actitud”. “Es una postura comprensible porque primero intentamos protegernos a nosotros como familiar o entorno (tenemos tanto miedo y tanta angustia que preferimos no abordar el tema) y al paciente (porque si se habla del tema se va a poner triste).
“Se puede entender, pero es una postura equivocada. Afrontar los reveses de la vida con tanto positivismo se ha convertido en los últimos tiempos en un arma muy peligrosa para la salud mental por la siguiente razón: dejas al paciente con cáncer muy culpabilizado porque encima de que está viviendo un proceso tan complicado, siente que con su actitud no va a ayudar en el proceso, haciéndole responsable de su devenir. Al mismo tiempo, se siente tremendamente incomprendido y aumenta su sufrimiento.
En sentido, la experta destaca que el malestar emocional provocados por el cáncer “son normales para la familia como para el paciente y hay que exteriorizarlos”, pero afirma que “cuando estos sentimientos desbordan al paciente y a la familia e interfieren en el proceso de la enfermedad (por ejemplo puede poner en peligro la adhesión a los tratamientos) sería necesario buscar la ayuda de un especialista, como es el caso del psicólogo o psicóloga especializado en cáncer”.
Según Arana, se debe recurrir a ayuda profesional cuando esos sentimientos de tristeza no son puntuales, acompañan casi todo el día e impiden realizar las actividades del día a día. En este sentido, es importante que los profesionales sanitarios den a conocer la figura del psicooncólogo tanto al paciente como a la familia desde el comienzo del proceso oncológico y su disponibilidad en cualquier momento del proceso.