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El ejercicio físico de alta intensidad deja huella en las cavidades cardiacas

Altas cargas de entrenamiento de resistencia dan lugar a un remodelado específico del ventrículo derecho, una adaptación estructural y funcional que es más pronunciada en varones que en mujeres. Esto se relacionaría con la menor capacidad de los hombres a aumentar la contractilidad de dicho ventrículo ante la demanda del ejercicio.

Las personas que realizan deportes de resistencia de alta intensidad someten su músculo cardiaco a altas cargas que se traducen en un remodelado del ventrículo derecho. La práctica de deporte de resistencia conlleva una sobrecarga de presión y volumen sobre todas las estructuras cardiacas que es especialmente importante en el ventrículo derecho (VD). De hecho, se ha descrito un remodelado específico de este ventrículo esencialmente en varones deportistas, pero en la actualidad se dispone de escasos datos en mujeres. Por este motivo, un trabajo presentado en el Congreso SEC de las Enfermedades Cardiovasculares, liderado desde el Hospital Clínic de Barcelona, ha comparado el remodelado del VD inducido por el entrenamiento y la adaptación aguda al ejercicio entre deportistas de resistencia de ambos sexos.

Como explica María Sanz de la Garza, primera firmante de este estudio, realizaron un ecocardiograma basal para ver cuál era el remodelado crónico derivado del ejercicio en 40 deportistas de resistencia (20 hombres y 20 mujeres) que llevaban más de 10 años haciendo deporte durante más de 10 horas a la semana y que ya habían competido en 10 competiciones de alta resistencia en los últimos tres años.

Comprobaron que todos los deportistas de resistencia alta intensidad, tanto hombres como mujeres, experimentan un aumento de todas las cavidades cardiacas (ventrículos y aurículas). Sin embargo, las cavidades derechas, con independencia de la cantidad de ejercicio practicado, son más pequeñas en las mujeres que en los varones, y la contractibilidad (valorada por speckle tracking) era mayor siempre en las mujeres. “Esto último se debe a que la mujer trabaja con volúmenes menores a nivel de ventrículo derecho, con una deformación mayor”, comenta la Dra. Sanz.

Según explica esta experta, durante el esfuerzo, el ventrículo izquierdo aumentaba su capacidad de contracción de manera proporcional a la demanda del gasto cardiaco. Sin embargo, en el ventrículo derecho no hay esta correlación, ya que esta cavidad está limitada a ciertas cargas de ejercicio, y no puede aumentar más su contractibilidad, un hecho que se ve más pronunciado en varones. “Esto podría explicar por qué los hombres, como mecanismo adaptativo al deporte de resistencia, podrían necesitar un aumento mayor del tamaño del ventrículo derecho para mantener el gasto cardiaco, al encontrarse limitada su capacidad de incrementar la contractilidad de dicho ventrículo”, aclara. Sanz.

Una hipótesis muy interesante que se desprende de este estudio, y que por supuesto requeriría de investigaciones más amplias, es si en las diferencias observadas entre géneros podrían jugar un papel importante los estrógenos, con su acción vasodilatadora sobre los vasos pulmonares, que se traduciría potencialmente en un incremento menor de la presión pulmonar durante el esfuerzo.

¿Ocurre lo mismo en deportes dinámicos y de fuerza?

Otro estudio presentado en el Congreso SEC ha analizado mediante speckle tracking 2D los mecanismos de adaptación cardiovascular en el deporte de resistencia o fuerza. Como afirma su investigador principal, Juan Lacalzada Almeida, del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias, San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), efectuaron el trabajo comparando a deportistas de lucha canaria, un deporte bastante estático, con corredores habituales profesionales (dinámico) y un tercer grupo de controles sanos con edad similar, que practican deporte de forma lúdica y no continuada.

En los resultados, observaron diferencias en cuanto a índices de masa corporal y masa del ventrículo izquierdo, “pero no había diferencias en los parámetros ecocardiográficos habituales”, apunta el especialista. En la valoración de la función sistólica, se determinó la fracción de eyección del ventrículo izquierdo y vieron que era similar en todos los deportistas.

También llevaron a cabo un estudio de la función diastólica, pero no se detectaron diferencias en el ecocardiograma convencional. Sin embargo, “cuando estudiábamos con speckle tracking cómo afectaba la deformación del ventrículo izquierdo, observábamos cómo en la sístole se deforma mejor el ventrículo izquierdo de los corredores que el de los deportistas de lucha canaria y el de los controles sanos. Además, en la primera fase de la diástole también la deformidad es mucho mejor en los corredores con respecto a los otros dos grupos”, añade.

En conclusión, los corredores tienen una mejor capacidad de relajación del ventrículo izquierdo y, por tanto, una mayor circulación sanguínea en esta cavidad. “Esto podría explicar la capacidad de los corredores de adaptar el gasto cardiaco al ejercicio de una forma relativamente sencilla”, puntualiza Lacalzada.

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