Dando vueltas a este asunto es fácil que a uno le venga rápidamente a la cabeza el televisivo doctor House, a quien le interesan más las enfermedades que los enfermos. Lo que le motiva es resolver cada caso buscando cómo encajar el puzle que conforman los distintos síntomas. La mayoría de las veces ni tan sólo se digna a visitar al paciente en persona y, cuando lo hace, no es raro que el enfermo pase un mal trago debido al cínico comportamiento de tan poco empático galeno.
La serie televisiva nos pinta a House como un Sherlock Holmes de la medicina moderna que utiliza resonancias magnéticas y punciones lumbares en lugar de lupa. Es brillante, sí, pero a pesar de sus conocimientos casi todos huiríamos de un médico como de la peste si se comportara como él.
Los pacientes de hoy día desean médicos que les atiendan como a personas y no como a enfermedades o casos clínicos. Cada vez son menos los ciudadanos que aceptan un enfoque paternalista de la práctica médica, en el que la figura del profesional se sitúa un escalón –o varios– por encima del paciente y éste adopta una actitud pasiva y acepta sin rechistar las decisiones médicas. Por el contrario, el enfermo prefiere profesionales sanitarios que le entiendan, le apoyen, le eduquen y le informen, poniéndose a su altura a la hora de explicarse de manera comprensible.
El presente número incluye un reportaje sobre la llamada atención centrada en la persona, o en el paciente, un planteamiento distinto de prestar asistencia sanitaria al tradicional que conlleva cambios en los papeles tanto de los profesionales sanitarios como de los pacientes. Incluso de los proveedores de servicios de salud, de los gestores y de los políticos.
El paciente actual tiende hacia un papel activo y no pasivo. Quiere opinar, estar bien informado sobre su salud y su enfermedad, y también desea tener capacidad de decisión, ya sea para elegir qué médico le atiende o en qué centro sanitario, y qué tratamiento escoger.
Los expertos en el tema explican que la filosofía de la atención centrada en el paciente se asienta sobre cuatro pilares: dignidad y respeto hacia los valores de los demás por parte de los profesionales; compartir información de manera comprensible para el paciente; participación del paciente en la toma de decisiones, y colaboración con los familiares y otras personas de su entorno.
Angela Coulter, a quien entrevistamos en este número, es una de las personas que más se han dedicado a estudiar este enfoque. Declara que las evidencias científicas que ponen de manifiesto sus beneficios existen y que, aunque no sean abundantes, han permitido comprobar que situar al paciente en el centro de la asistencia tiene sus recompensas. Es una ferviente defensora de involucrar a los pacientes en la atención sanitaria y darles la información y las herramientas que necesitan para que tomen decisiones informadas sobre su tratamiento de manera conjunta con el médico. Algunos estudios han mostrado que eso no implica un aumento de los costes de la sanidad, sino que por el contrario un paciente bien informado y participativo ayuda a ahorrar. No estaría mal tenerlo en consideración en esta época de recortes.
"Los pacientes desean médicos que les atiendan como a personas y no como a enfermedades o casos clínicos"