En él se han atacado muchos de los males que, a su juicio, no permiten avanzar al sistema, y se han ofrecido una serie de propuestas para reconducir el modelo hacia una mayor eficiencia, entre las que se encuentran reforzar el primer nivel asistencial, reorientar el modelo hacia la cronicidad, hacer que los hospitales trabajen en red, racionalizar el uso de las nuevas tecnologías debido a su alto coste, incrementar el esfuerzo pedagógico que se ejerce sobre la población, así como dotar de mayores competencias a determinados profesionales sanitarios como los enfermeros en el campo de los enfermos complejos y crónicos.
Sin embargo, Milazzo se ha mostrado poco esperanzado: “Mucho me temo que continuaremos con la actual gestión administrativa pública burocratizada, donde el buen profesional se siente alienado, como una pieza más del engranaje, con el que no se cuenta para nada. El gestor siente que ni gestiona ni manda. El político siente que no controla y que todos están desmotivados y enfadados, por lo que se necesita decir que se va a hacer algo. Ese algo es la gestión clínica que seguirá manteniendo el, deseado por muchos, régimen estatutario del personal y el régimen de compras y contratos bajo el paraguas de extrema seguridad garantista de la función pública”. En este sentido, ha reclamado la creación de una agencia evaluadora independiente de políticos, gestores y profesionales, que compare resultados reales con objetivos.