Tal como explica Jordi Llorens, investigador de la Universidad de Barcelona y del IDIBELL que ha liderado la investigación, «uno de los principales resultados del trabajo es que hemos podido observar que los síntomas de pérdida de la función vestibular aparecen antes de que tenga lugar la muerte de las células ciliadas». «En concreto —continúa el investigador—, hemos visto que, previamente, se produce una desconexión entre las células ciliadas y los terminales neuronales, y hemos podido mostrar cómo esta desconexión es, en buena parte, reparable».
Las principales causas de ototoxicidad son los antibióticos de la familia de los aminoglucósidos, como la estreptomicina, o anticancerígenos como el cisplatino. Hasta ahora, se sabía que la exposición a estos compuestos causa la muerte de las células ciliadas, que son células sensoriales y transductores encargados de detectar el movimiento y transformarlo en una señal nerviosa. La muerte de estas células es irreversible, dado que no se regeneran. Por otra parte, se había observado en pacientes que hay recuperación funcional con un alto grado de variabilidad —que puede llegar a la recuperación total— después de eliminar el agente tóxico; pero se desconocía la causa de esta recuperación.
Actualmente no existe tratamiento para las enfermedades vestibulares; aunque algunos estudios apuntan a que pueden afectar a más de la mitad de la población de más de 60 años. Según Llorens, «comprender las bases celulares y moleculares de la degradación por ototoxicidad y de la posible reparación posterior puede proporcionar dianas para fármacos que detengan el proceso de degradación o aceleren la reparación del sistema». Estas dianas también pueden ser relevantes para otras enfermedades vestibulares o para retrasar la pérdida sensorial relacionada con la edad.