Los reservorios virales son los virus que se mantienen latentes dentro de las células y despiertan cuando se interrumpe la terapia, por lo que reducir su tamaño sería beneficioso a la hora de implementar futuras estrategias médicas orientadas a la cura de la infección por VIH. El trabajo, publicado en la revista norteamericana Clinical Infectious Diseases, ha sido coordinado por investigadores del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, impulsado conjuntamente por la Obra Social “la Caixa” y el departamento de Salut de la Generalitat de Catalunya, y del hospital Gregorio Marañón de Madrid. En el estudio han colaborado múltiples servicios de pediatría coordinados en la Red Española de Investigación en SIDA.
Inicialmente, la potencial toxicidad de los tratamientos hizo que la administración del TAR a los niños sólo se recomendara cuando éstos empezaban a mostrar síntomas de la infección o su recuento de células T CD4 (las células diana del virus) descendía por debajo de un nivel que podía considerarse potencialmente peligroso para su salud. Sin embargo, durante los últimos años múltiples estudios han sugerido el beneficio de empezar el tratamiento de forma temprana, por lo que las guías internacionales recomiendan actualmente iniciar la terapia durante el primer año de vida, independientemente de si el niño presenta síntomas clínicos o de su recuento de células T CD4. El estudio publicado en Clinical Infectious Diseases se diseñó para comprobar si iniciar el TAR durante las primeras 12 semanas sería más beneficioso que esperar al periodo entre la semana 12 y la 54.
El trabajo incluyó a 23 niños nacidos con infección perinatal por VIH en diferentes hospitales españoles entre 2004 y 2009. Se distribuyeron en dos grupos: 14 que habían iniciado la terapia durante las 12 primeras semanas de vida, y 9 que lo habían comenzado entre la semana 12 y la 54. Tras medir con técnicas moleculares de última generación la cantidad de células que albergaban ADN viral en su interior, los resultados indican que los niños del primer grupo establecieron reservorios virales 6 veces más pequeños que los del segundo grupo.