En nuestro cuerpo tenemos 10 bacterias por cada célula, una población que tiene un peso muy relevante en la salud y la enfermedad. Estos microorganismos incluso influyen en la manifestación de enfermedades que hasta ahora se pensaba que sólo dependían del genoma humano. “Las personas con un microbioma más activo metabólicamente y con más riqueza genética están más sanas”, ha señalado Francisco Guarner, investigador del VHIR.
Desde la segunda Guerra Mundial las sociedades industrializadas han desarrollado una serie de problemas de salud que antes no eran tan habituales, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y otros trastornos cardiovasculares, el autismo, la obesidad, el cáncer de colon, etc. La pérdida de diversidad del microbioma humano explicaría reacciones como la alergia o la celiaquía, que serían la respuesta de nuestro organismo a bacterias que recibimos del ambiente y no son habituales en nuestro cuerpo.
“La investigación en microbioma se encuentra en un momento fascinante”, ha señalado Núria Malats, responsable del grupo de Epidemiologia Genética y Molecular del CNIO. La experta en cáncer de páncreas cree que las bacterias también podrían ayudar a explicar ciertos mecanismos moleculares del cáncer y convertirse en clave para entender algunos casos de herencia familiar. “Espero que el microbioma defina poblaciones de riesgo y marcadores de pronóstico del cáncer”, ha concluido.
En este sentido, Malu Calle, directora del grupo de Bioinformática y Estadística Médica de la Universidad de Vic-Universidad Central de Catalunya, ha destacado que la investigación biomédica ha pasado de interesarse sólo en el ADN humano a poder analizar “el otro genoma” de los microorganismos que viven en nuestro cuerpo, gracias a la evolución de las nuevas tecnologías de secuenciación de material genético.
En el campo de las enfermedades infecciosas Bonaventura Clotet, director del Instituto del Sida IrsiCaixa, ha resaltado que la efectividad de la vacuna terapéutica contra el virus del VIH necesita “un buen microbioma para mejorar la respuesta inmunitaria del paciente”. El estudio del microbioma en las personas que participen en el ensayo clínico de la vacuna a partir de 2016 será fundamental para optimizar al máximo su eficacia.
La posibilidad de manipular y cambiar la composición de la microbiota asociada a enfermedades abre un nuevo paradigma para nuevos tratamientos no invasivos, como dietas específicas, el uso de prebióticos y probióticos, y trasplantes de microbioma.