Se incluyeron 126.811 personas con DM2 emparejadas con 126.811 sin DM2, de la misma edad (con un máximo de diferencia de dos años), del mismo sexo y atendidas por el mismo médico.
Lo primero que se tuvo que hacer es delimitar qué entendemos por costes y cuáles se pudieron analizar a partir de los datos disponibles. Los investigadores explican que, para este estudio, se consideraron como costes directos "las visitas ambulatorias, ya sean al médico de familia o al especialista; las hospitalizaciones; el coste de los medicamentos y de los papeles reactivos; el coste de las exploraciones complementarias y el de las complicaciones, como puede ser la insuficiencia renal, entre otros". Como costes indirectos el estudio consideró la incapacidad laboral transitoria.
Resultados
El resultado principal es que un paciente que sufre DM2 supone un 67% más de coste que el de una persona de la misma edad y sexo que no tiene diabetes. El coste anual de un paciente con DM2 alcanza los 3.497 euros, y el coste anual de un paciente no diabético es de 2.091 euros.
De hecho, se observa que la diferencia de costes en los hombres es algo superior (llega al 70%) que la media (67%), mientras que en las mujeres la diferencia de costes entre pacientes con DM2 y sin DM2 es un poco más baja (64%).
El análisis de costes por partidas puso de manifiesto que la partida que supone más costes es la hospitalización por complicaciones y luego la farmacia, seguida de las consultas en la atención primaria.
Del mismo modo, los investigadores comentan que "hemos observado que el tratamiento farmacológico representa el 27% del coste total de la DM2, y que un mal control glucémico también supone un encarecimiento de los costes en un 21%; por lo que un paciente con un control glucémico HbA1c <7% supone un coste de 3.062 euros anuales y un paciente con HbA1c> 7% supone un coste de 3.718 euros".
Los investigadores del proyecto concluyen que "hemos observado, pues, que un diabético tiene más riesgo de presentar complicaciones (aproximadamente entre dos y cuatro veces más riesgo), que estas complicaciones duplican el coste de la atención y que un buen control metabólico puede reducir el número de complicaciones entre un 25 y un 50%. Es decir, los pacientes que presentan un buen control metabólico y sin complicaciones gastan menos dinero". Por lo tanto, su reflexión es "si queremos ahorrar dinero, tenemos que gastar, ya que alcanzar el buen control implica reforzar las medidas terapéuticas (como son los estilos de vida y los fármacos) y un seguimiento clínico cuidadoso, intervenciones que también cuestan dinero".