La llegada de población inmigrante procedente de áreas endémicas americanas y las mujeres gestantes de estas poblaciones son la principal fuente de posible transmisión en nuestro país. Curiosamente esta transmisión congénita en España es muy superior a la que se está dando en Latinoamérica. Todo eso hace que la enfermedad se está expandiendo en nuestro país, creando un problema sanitario que además lleva parejo un altísimo coste económico.
Muchas personas no saben que llevan hasta 25 años padeciendo Chagas porque sus síntomas son silenciosos. La enfermedad tiene una primera fase aguda con síntomas similares a los de una gripe. Si no es tratada en esta primera fase los enfermos pasan durante 20 o 30 años por una fase crónica indeterminada, y entre el 20 y el 30% de los pacientes llega a desarrollar alteraciones cardiacas, un 10% alteraciones digestivas o ambas y un porcentaje menos presenta afectación neurológica. Durante estos años de fase indeterminada el parásito está dentro del organismo, reproduciéndose y provocando «en silencio» daños en diferentes tejidos sin que afloren los síntomas.
Durante el embarazo el sistema inmunológico de la madre suaviza su capacidad defensiva y ése proceso fisiológico provoca un incremento del nivel de parásitos en sangre que favorece la transmisión de Chagas de la madre al hijo.
«Cómo está afectando el agente infeccioso (Trypanosoma cruzi) a los tejidos durante la fase crónica "asintomática" de la enfermedad (fase indeterminada), decidir sobre la conveniencia o no de tratar a un paciente con la enfermedad, saber si el tratamiento está resultando eficaz o conocer si el paciente está tomando o no la medicación, eran hasta ahora aspectos demandados por los médicos pero imposibles de conocer debido a la falta de indicadores que les informaran sobre ellos», según destaca Agustín Benito Llanes, coordinador de la Red de Investigación en Enfermedades Tropicales (RICET) y director del Centro Nacional de Medicina Tropical, ambos pertenecientes al Instituto de Salud Carlos III.
Descubrir biomarcadores que permiten conocer y controlar cada uno de esos aspectos, ha sido la primicia mundial de un estudio multicéntrico realizado por un equipo de investigadores de la RICET coordinado por Manuel Carlos López y M. Carmen Thomas, del Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Granada). Han intervenido además la unidad regional de medicina tropical del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, el grupo del CRESIB del Hospital Clínic de Barcelona, y grupos del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Central de Venezuela.
Todos estos investigadores han hallado unos biomarcadores que permiten identificar la caída de anticuerpos cuando el tratamiento está o no resultando eficaz. Con este sistema es posible saber si un paciente está cumpliendo con el tratamiento y si está en vía o no de curación. Además, el biomarcador detecta posibles recaídas de la enfermedad.
Estos hallazgos de los científicos de la RICET han sido publicados en las revistas científicas BMC Infectious Diseases y Clinical and Vaccine Inmunology.
Fácilmente aplicable
Los biomarcadores descubiertos por los investigadores de la RICET tendrán una fácil aplicación práctica a los pacientes. Bastará una técnica serológica no convencional de sencilla realización y coste no elevado, basada en la determinación del nivel de anticuerpos existente en el suero de los pacientes de Chagas. Pero para ello será necesaria la participación de una empresa dispuera a desarrollar el kit de medición.
Según afirman los investigadores, la implantación de este sistema permitiría disminuir enormemente los casos de personas con alteraciones tisulares y por tanto con hospitalización y elevados costes sanitarios. También se podría identificar a quien se debe tratar o no y con ello hacer un tratamiento mucho más selectivo que el actual. Además, se frenaría la actual expansión de la enfermedad de Chagas en España y su aplicación se extendería a países donde no existe transmisión por los vectores. Igualmente, permitiría prevenir los casos de transmisión madre-hijo o evitar tratamientos innecesarios.
La clave ha estado en que los investigadores de la RICET, usando proteínas recombinantes, han logrado demostrar que tanto los pacientes con Chagas crónico en fase indeterminada como aquellos con sintomatología cardiaca o digestiva presentan un nivel significativamente superior de anticuerpos frente a los antígenos KMP11, HSP70, PFR2 de T. cruzi, que el nivel detectado en personas sanas.
Además han observado en estos pacientes con Chagas un descenso estadísticamente significativo en el nivel de anticuerpos específicos frente a las mencionadas moléculas, a los seis y nueve meses tras tratamiento. Dos años después del inicio del tratamiento, entre el 34 y el 67% de los pacientes de Chagas mostraron un mayor descenso en la reactividad frente a los antígenos recombinantes a ensayo.
Estos científicos han demostrado también cómo el péptido llamado 3973, contenido en una proteína (TcCA2) de la membrana de T. cruzi, es reconocido por enfermos de Chagas crónico con una sensibilidad mayor al 90% y una especificidad del 98%. Además, la tasa de reconocimiento del mencionado péptido es significativamente mayor en los pacientes que están en fase crónica sintomática (cardiacos y/o digestivos) que en pacientes crónicos en fase indeterminada.