El asma, que ya es una enfermedad de gran impacto a nivel mundial, ha experimentado en las últimas décadas un incremento de prevalencia en los países industrializados que puede oscilar entre 8 y el 10 % de la población. Según los expertos, este crecimiento se debe a una mejora de las técnicas y criterios diagnósticos, pero también a la influencia de la contaminación ambiental.
Con independencia de los efectos que la contaminación atmosférica tiene sobre el desarrollo neurológico a largo plazo, un equipo de investigadores de ISGlobal ha demostrado que esta también tiene consecuencias a corto plazo. Un estudio publicado en Epidemiology muestra que los niveles diarios de dióxido de nitrógeno (NO2) y carbono elemental (o carbono negro), dos de los contaminantes asociados al tráfico, producen fluctuaciones en la función de la atención en niños y niñas.
Los niveles elevados de contaminantes atmosféricos derivados del tráfico rodado en las grandes ciudades causan un mayor número de abortos y podrían alterar la calidad del esperma.